La boca es más que la sonrisa que se muestra al exterior, lo que pasa en el interior, en la armonía que hay entre músculos, maxilares, nervios, dientes, encías…, es lo que verdaderamente debemos cuidar. No deberíamos ver al dentista como a un mecánico de coches al que se acude cuando se produce una avería que nos impide circular.Debe existir una correcta funcionalidad de todos los componentes y una sonrisa bonita nace de allí. Cuando la función no es adecuada, se producen desgastes y daños en diferentes estructuras que a veces se manifiestan como fisuras, caries, inflamación, etc llegando incluso a ocasionar la pérdida de la pieza dental.
Una mordida incorrecta obliga a que los huesos se desplacen hacia un lado o hacia el otro durante la masticación. Cualquier alteración repercute en las articulaciones que realizan la apertura y el cierre de la boca, causando dolor y problemas, ya que los músculos se están forzando y no actúan de manera coordinada. Con el tiempo se generan alteraciones en huesos y encías.
Una simple visita al dentista para valoración, diagnóstico y el correspondiente tratamiento si es necesario, permiten llegar a la armonía y lograr una mordida correcta.
La armonía en nuestra boca también implica realizar un correcto cepillado y uso de la seda dental y estar atentos para detectar y consultar cómo solucionar hábitos que pueden poner en riesgo la salud oral como comerse las uñas, empujar con la lengua los dientes, etc.